Carnaval se ha celebrado tradicionalmente en Zaragoza desde el siglo XVI. De hecho, los años de la dictadura franquista fueron los únicos en los que no se organizaron los festejos. Tiempo después, en 1980, el ayuntamiento restauró esta fiesta. Desde entonces el Carnaval de Zaragoza se celebra año a año, siendo un evento muy querido por sus gentes.
El origen de esta fiesta mundialmente reconocida se remonta a la Edad Media. Antes del comienzo del periodo de Cuaresma, y, por tanto, de la abstinencia a la carne, la gente disfrutaba de este alimento, del que se despedía con una gran fiesta. La representación de la antítesis entre Don Carnal (carne) y Doña Cuaresma (abstinencia a la carne) dio lugar a Carnaval, celebración también apodada como la “fiesta de los locos”. En esos días las leyes, las reglas y los privilegios desaparecían en favor de las grandes conmemoraciones, la comida y la bebida.
Durante la Edad Media y el periodo moderno, este festejo estuvo asociado a la inmoralidad por parte de la Iglesia, la Realeza y la Nobleza. Los disfraces, la comida, la bebida, la música… en suma, la fiesta, estaba relacionada con el paganismo. Cuando se prohibió en el Franquismo, los zaragozanos encontraron una manera de burlar la orden. De este modo, en vez de disfrazarse, la gente se vestía de baturro para evitar ser acusada de vulnerar la ley.
Los actos del Carnaval en Zaragoza se concentran en un fin de semana. El jueves por la tarde la clásica verbena en la que se reparte chorizo y longaniza da comienzo a la fiesta. También se reparten y promocionan los productos cárnicos aragoneses.
El viernes es el turno de los conciertos de artistas y grupos de la ciudad, así como de las exposiciones. Un preparativo para el día siguiente. Normalmente, ese viernes la fiesta está enfocado al público más juvenil, con conciertos y pasacalles.
El sábado es el gran día. Las comparsas de la ciudad se encuentran en la plaza de San Miguel, desde donde se agrupan para formar la gran cabalgata del Carnaval. El recorrido finaliza en la Plaza del Pilar. Allí, en unas carpas habilitadas por el ayuntamiento, comienza la verbena popular, que posteriormente se traslada al Parque de Delicias. Para los más fiesteros, la música permanece durante toda la noche.
El domingo por la mañana, unos años, diferentes personas públicas pronuncian el pregón desde la plaza del Pilar. Otros, son los propios personajes de la fiesta los que realizan el discurso. Por ejemplo, el Conde de Salchichón o la Mojiganga. Tras el pregón, la fiesta continua en la misma plaza del Pilar con obras de teatro, chirigotas y, por supuesto, con más música. Con este acto las fiestas de Carnaval se dan por terminadas, aunque para el que le ha sabido a poco, la fiesta suele continuar en las carpas y los bares de la zona.
Propio de su carácter pagano, el Carnaval de Zaragoza ha creado a sus personajes. Estos representan la sátira y la burla; la ruptura de las convenciones sociales establecidas.
El Rey de Gallos, por ejemplo, es un personaje creado en los inicios de la Universidad de Zaragoza por sus estudiantes. Elegían a uno de sus compañeros, a ser posible el más chistoso, al que se le bautizaba con ese nombre. El Conde de Salchichón es otro de los más apreciados, pues hacía alusión a aquella parte de la nobleza que apoyaba a las clases más pobres, uniéndose a la fiesta como uno más. Por otro lado, el personaje de la Mojiganga representaba a la nobleza y a la realeza de la ciudad, con un aspecto descuidado, ridiculizando el modo de vida de la clase alta. El Caballero de la hornilla, el Carnestolendas o el Conde de Salchichón son otros personajes famosos.
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