La tradición y los platos típicos se sientan a la mesa con nosotros en Navidad, y como propio de estas fechas las grandes comilonas con la familia son una tradición y seguro que con más de un producto típico de la tierra. Aragón ofrece un amplio abanico de productos y sabores que no dejan indiferente a nadie.
Como entrante principal es muy típico el cardo con salsa de almendras o cardo a la aragonesa. Los egipcios y romanos ya lo apreciaban y fue en la Edad Media cuando se extendió por todo el sur de Europa, aunque en España es en Aragón donde arraigó más fuerte.
Este plato tiene una ventaja principal y es que está más rico de un día para otro, ya que los ingredientes se han ido cogiendo cariño y son más sabrosos. Lo que nos viene muy bien, para poder dejarlo preparado la víspera y el día deseado centrar nuestros esfuerzos en cocinar otros platos.
Otra alternativa es la borraja, otro manjar que se servirá en los hogares a través de una elaboración tradicional donde se cocina con almejas.
O un buen caldo que nos temple el cuerpo, aunque ahora hay infinidad de variantes, como marisco, consomé, sopas, de pan… La más típica aragonesa es la sopa cana hecha a base de pan tostado, grasa de capón o chicharrones, leche y miel o azúcar. Desde el siglo XVIII, las narraciones de fiestas aragonesas mencionan insistentemente la sopa cana como uno de los platos principales, caracterizada por el color blanquecino que deriva del capón como ingrediente y de la falta de otros colorantes.
Para acompañar la verdura o el caldo como acompañamiento central se ponen embutidos caseros de la tierra como longaniza de graus, chorizo, butifarra, gallina trufada, jamón de Teruel y sin olvidarnos de una buena selección de quesos como Tronchón del Maestrazgo elaborado con leche cruda o pasteurizada de oveja, cabra o ambas en función de la disponibilidad del ganado, los de la Jacetania, Somontano y el de Letux.
Como segundo plato siempre surge la misma duda ¿Carne o pescado? Aunque el Ternasco de Aragón reina en la mayoría de los menús también hay alternativas como el cochinillo o cabrito.
En cuanto al pescado las truchas del Cinca son una original alternativa aragonesa a la habitual merluza que se cocina en estas fechas.
Y para dar un toque de sabor muy espacial podemos añadirle un poco de ralladura de trufa negra de Aragón.
Después de la comilona siempre hay un hueco para el postre y que mejor que con un trocito de guirlache o un empanadico.
El guirlache también se llama turrón de Aragón. Como todos los turrones, tiene origen árabe y se popularizó en la época medieval, y era muy típico que las barritas de guirlache saliesen de la Tronca de Navidad, y que los niños se las guarden como chucherías.
Los empanadicos son unos dulces parecidos a una empanidalla pero dulce, originariamente rellena de cabello de ángel, que no es otra cosa que calabaza confitada, dulce ya popular entre los moriscos, que se han conservado ritualmente también en Semana Santa.
Los empanadicos se ofrecían a las familias afectadas durante el año por la muerte de algún familiar y el luto les impedía amasar y cocer pastas, y los empanadones,(de mayor tamaño) se rellenaban de espinacas, calabaza amarilla y pasas, composición parecida a los espinais de la provincia de Huesca.
Y ahora solo queda hacer la digestión de esta abundante cena con un café (si nos cabe). Este es un menú navideño muy aragonés del que disfrutará toda la familia y que seguro más de uno identifica alguno de estos platos en su mesa de Navidad ¿Qué plato no falta en tu mesas cada Navidad?
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