Si los niños deseaban ver a los Reyes no había cabalgatas, los pequeños debían debían salir a recibirlos por la tarde haciendo sonar las esquilas más grandes que tuviesen, para que con el ruido, los Reyes supiesen que había niños en el pueblo, a más grande la esquila, mejor regalo.
Además debían hacerlo en camisa, con la faldeta mojada y una caña verde y los regalos que les traían eran unos dulces o unas monedas.